Somos prisioneros del tiempo. Nuestra vida discurre desde el pasado hacia el futuro sin poder dar marcha atrás en nuestros actos, aunque paradójicamente podamos ver una película al revés.
El tiempo es una flecha que siempre está avanzando. Es una limitación que la Ciencia ha tenido que reconocer que es un fundamento básico de la realidad.
Sin embargo, el futuro de la vida humana está ya decidido para quien nos observe desde la profundidad del Universo. Porque nuestro futuro estará ya escrito y caminando hacia el punto de observación todo el tiempo que tarde en llegar la luz.
Desde el centro de la Vía Láctea, que es nuestra galaxia, podrían ver nuestra historia desde el homo sapiens hasta el momento actual. Para el observador sería una historia nueva que sin embargo ya está «escrita».
Desde la galaxia de Andrómeda, que es nuestra galaxia vecina «podrían ver» nuestra historia a lo largo de dos millones y medio de años. Es como si se tratase de una película que está ya rodada y no puede cambiarse.
Igualmente nosotros observamos lugares lejanos del Universo que son escenas de hace millones de años que yacen cristalizadas en la profundidad del tiempo pasado.
Es lamentable que no podamos entender la dimensión del tiempo de la misma forma que las otras tres dimensiones espaciales. Es una limitación que condiciona severamente nuestra percepción de la realidad.
Si aplicamos el principio de que «lo más sencillo es lo mas probable» cabría suponer que el tiempo es una dimensión de la misma naturaleza que las demás aunque no podamos entenderla como tal.
La tecnología nos está ayudando a percibir detalles de la realidad que no están al alcance de nuestros sentidos, pero por el momento somos prisioneros del tiempo.
Los viajes en el tiempo son materia frecuente en las películas de ciencia ficción pero hoy por hoy no hay indicios de que sean posibles. Aunque es una contrariedad tenemos que aceptar que no podemos viajar en el tiempo.